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sin cromosoma y

A veces veo hombres grises...

A veces veo hombres grises...

Si hay un libro que leí y releí de niña, ese es Momo, de Michael Ende. Es increíble cómo hay libros escritos hace décadas que parecen del siglo XXII. Momo es uno de esos libros.

Para quién no lo haya leído, o no lo recuerde, contaré que Momo es una niña que vive en un anfiteatro rodeada de amig@s (me encantaría que mis amig@s me visitaran todo el rato!!! ;-) ) que van a a visitarla porque tiene el don de saber escuchar (que debe de ser lo que me falla a mí...). Bueno, pues a esta niña le dan una misión, y es la de terminar con los hombres grises (y digo hombres y no personas porque es que son hombres, no es que esté usando el plural masculino como general - jajajaja, qué rayadura, xoxoloco!!!) que quieren robar el tiempo a las personas y almacenarlo para ellos. Total, que las personas afectadas por el plan de los hombres grises, querían gastar el menor tiempo posible y ahorrar el mayor tiempo. Cuanto más tiempo ahorraban, más tiempo necesitaban para seguir ahorrando, de manera que se crea un círculo vicioso.

Los hombres grises quieren acabar con Momo porque ella malgasta su tiempo escuchando a l@s demás, y claro, eso es tiempo perdido...

Una crítica a los tiempos en los que vivimos, en los que olvidamos las cosas realmente importantes y que nos hacen felices, y las sacrificamos para conseguir más cosas. El ahorro del tiempo para disfrutarlo en un futuro que nunca llega, y la obsesión por tener más y no por ello vivir mejor.

Al final, como todo libro infantil, tod@s son felices y comen perdices porque la niña termina con los hombres grises. Viva!!!!!!!!!

Hace poco he vuelto a leer algo del libro. Y la decepción ha llegado cuando me he dado cuenta de que me convertido un poco en un hombre gris...y eso si que no no no no no....creo que prefiero que mis amig@s vengan siempre a verme al anfiteatro...

 

Y ahí dejo un cachillo (¿cómo se dirá en Sevilla? ¿bushito, peacito...?) del libro, para quien lo quiera:

 

(…) Y había una cosa más que Momo no acababa de entender. Había empezado hacía muy poco. Cada vez era más frecuente que los niños trajeran toda clase de juguetes con los que no se podía jugar de verdad, como, por ejemplo, un tanque de mando a distancia, que se podía hacer dar vueltas, pero que no servía para nada más. O un cohete espacial, que daba vueltas alrededor de una torre, pero con el que no se podía hacer nada más. O un pequeño robot, que se paseaba con los ojos encendidos y giraba la cabeza a uno y otro lado, pero que no se podía aprovechar para nada más.

Está claro que eran juguetes muy caros, como nunca los habían tenido los amigos de Momo, y no digamos la propia Momo. Sobre todo, esas cosas eran tan perfectas hasta el menor detalle, que uno no se podía imaginar nada. De modo que los niños se sentaban durante horas y miraban atengos y, al mismo tiemop aburridos, una de esas cosas que corría por ahí, daba vueltas o se paseaba, pero no se les ocurría nada. Por eso acababan volviendo a sus viejos juegos, para los que les bastaban un par de cajas, un mantel roto o un puñado de guijarros. Entonces podían imaginárselo todo. (…)

4 comentarios

sincromosomay -

Ummm, tendré que hablar de más libros, tienes razón...besitos!!

Anónimo -

Qué bueno es Momo!
Qué bueno es Michael Ende!

¿Y más libros no hay?

SuperManzana -

Me lo han recomendado vairas veces,pero siempre me acuerdo que quiero leer Momo cuando llevo otro a medias.
Me lo apuntaré en la frente!

Besitos

lauropata -

Bufff que de tiempo hacía que no recordaba yo este libro. Me encantó... Pero es curioso que no recordaba el argumento... Mmmm eso es que me habré convertido en una mujer de gris¿?¿?¿? Yo tb quiero que mis amig@s venga a verme al anfiteatro...
Un besazo xoxoloko!